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lunes, 6 de agosto de 2007

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Lo que Torres Landa nos chin..

Lo que Torres Landa nos chin..

ARTESANIAS DESDE ACAMBARO GUANAJUATO


Título: Lo que Torres Landa nos Chingó
Significado de la Obra: El gobernador Torres Landa en los años 50 realiza una transformación de los pueblos del estado de Guanajuato, en su plan se contempla la destrucción de monumentos y un supuesto paso a la modernidad, la destrucción de monumentos si se llevó a cabo, pero la modernidad sigue pendiente

SAN JOSE ITURBIDE

ALGO DE HISTORIA

El municipio de San José Iturbide tuvo su origen en la congregación de “Casas Viejas”, fundada el 5 de febrero de 1754, en la falda occidental de una pequeña colina conocida como “Loma de Pájaro”, perteneciente a la hacienda de “El Capulín”, a cargo del mayorazgo de Guerrero Villaseca, pero cuyo poseedor era el capitán Luis María de Luyando, regidor perpetuo del Ayuntamiento de México.
La historia señala que el primer antecedente formal sobre la raíz de la población se remonta al 18 de julio de 1753, año en el que el entonces arzobispo de México, Manuel Rubio y Salinas, realiza una visita pastoral a las parroquias del noreste de su arquidiócesis. Concluida su estancia en Querétaro y en camino a San Juan Bautista Xichú de Indios (hoy Victoria), el prelado pernocta en la hacienda de San Diego (ubicada entre los límites de Querétaro y San José, y limítrofe al antiguo “camino de la plata”), desde donde se percata no solo del numeroso vecindario que habitaba esas tierras, sino de la falta de consuelo espiritual en que vivían.
De regreso a su ciudad episcopal, Rubio y Salinas entregó al virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas las diligencias en las que se hacía constar la gran necesidad de edificar una parroquia en esta zona del estado de Guanajuato, así como la propuesta de establecer el templo religioso en el lugar denominado como “Casas Viejas”.
FECHA HISTÓRICA
Sin aparentes inconvenientes, el virrey decretó ese mismo año la autorización para que en dicho paraje se procediera a la construcción de la iglesia. El cumplimiento ocurrió, sin embargo, hasta el 5 de febrero de 1754, cuando el párroco de Xichú, José María Rodríguez, toma posesión del terreno, acompañado del alcalde mayor y del secretario principal de la hacienda.
A este hecho se le considera oficialmente como el de la fundación de la hoy conocida ciudad de San José Iturbide.
No obstante, es hasta septiembre de 1763 cuando se logra edificar la primitiva iglesia que después de un siglo tuvo que ser derribada para dar lugar al actual templo parroquial, el cual se erige hoy en día como orgullo arquitectónico del municipio.
Debido a que el 40 por ciento de los habitantes de la región acudían a “Casas Viejas” a los oficios religiosos y dada su privilegiada ubicación geográfica, el 15 de junio de 1770 se decreta al lugar como San José Casas Viejas.
Diez años después se inicia un largo litigio entre el párroco Andrés Ramírez de Hinojosa y el poseedor de la hacienda de “El Capulín”, don Manuel de Luyando, motivado por la solicitud de 25 solares por parte del sacerdote para fundar un pueblo en torno al templo parroquial. En 1795 la Real Audiencia declara válida la petición del religioso, con lo que se permite entonces la edificación de viviendas y una casa de comercio.
La entrada del nuevo siglo presenta una panorama desolador para el pueblo, debido a que en la congregación había apenas 20 viviendas en forma de cuadrillas, sin orden regular, con un censo de 100 habitantes y de 6 mil en los alrededores.
PRIMERA BATALLA INSURGENTE
Iniciada la Guerra de Independencia, San José Casas Viejas fue escenario el 6 de octubre de 1810 de lo que la Gaceta de México llamó “la primera batalla campal de la insurgencia”, en el Puerto de Carroza, aunque dicho encuentro carecería de trascendencia como epopeya militar.
De acuerdo a la crónica del lugar, en mayo de 1821, después de que don Agustín de Iturbide sale triunfante de Valladolid, se suscita la toma de San Juan del Río y, por ende, una grave situación para los realistas al quedar en peligro la ciudad de Querétaro. Por tal motivo se ordena la salida de San Luis Potosí de los batallones y regimientos de Zamora y Zaragoza, a fin de auxiliar la plaza de Querétaro.
Al ser informado Iturbide de la marcha de los realistas, dispone que sean interceptados antes de llegar a su objetivo, para lo cual envía el 10 de junio al general Juan Antonio de Echávarri a San José, en tanto que don Agustín lo hace 10 días más tarde, cuando Echávarri ya había logrado subordinar a los realistas Bracho y San Julián en las inmediaciones de San Luis de la Paz.
La misión especial tenía como fin interceptar un rico cargamento de barras de oro y plata, así como 54 mil pesos de plata que enviaban al virrey Venegas, de San Luis Potosí a la ciudad de México.
AGUSTÍN DE ITURBIDE EN SAN JOSÉ
La aparente estancia de Agustín de Iturbide en la población (del 20 al 22 de junio de 1821) fue el antecedente para que décadas después los habitantes solicitaran el cambio de topónimo de San José Casas Viejas a San José de Iturbide.
En septiembre de 1847, atraídos por el pillaje, se origina una sublevación de desertores e indígenas en la Sierra Gorda, por lo que el gobierno federal, para sofocarla, designa al general Anastasio Bustamante como jefe de las operaciones, quien establece su cuartel general en San José. Ello ocasiona que muchos de los habitantes sean reclutados en las filas del gobierno, distinguiéndose por su valor en los enfrentamientos, sobre todo en la batalla del Puerto de Piñones (límites de San José y Tierra Blanca), el 29 de junio de 1849.
Este hecho fue determinante para que el cuerpo legislativo de Guanajuato expidiera el 9 de octubre de ese año un decreto para concederle a la comunidad el título de Villa de San José de Iturbide, en remuneración a los servicios prestados durante la rebelión.
La segunda mitad del siglo XIX constituye la etapa de esplendor de la entonces Villa de Iturbide, ya que a la región llegó un buen número de comerciantes extranjeros y al mismo tiempo surgió el establecimiento de la industria de molinos de trigo. En esa época, también, se fraccionaron cientos de predios rústicos y urbanos, y se fundaron dos nuevas poblaciones aledañas: una en la cabecera de la hacienda de “Charcas” y la otra en la de “El Capulín”.
Así, la población creció en grado superlativo y el pueblo experimentaría por tanto un rápido desarrollo económico, al convertirse en el principal proveedor de mercancías y víveres del Real Mineral de Pozos.
Durante la guerra de intervención francesa se dieron hechos de armas en las inmediaciones de la villa, como los suscitados el 23 de noviembre de 1862 en el conocido paraje de “Venta de la negra” y poco tiempo después en la “Noria de Guadalupe”.
En 1875 llegó al pueblo uno de los más apreciados personajes de su historia, el sacerdote felipense don Nicolás Campa, licenciado en derecho y liberal en sus convicciones. En los 15 años de labor pastoral del padre Campa, el pueblo vio cristalizado su más hondo anhelo: la edificación de la Parroquia de San José, obra representativa del arte neoclásico.
En la penúltima década del siglo XIX aparece en el centro de la República el ferrocarril, que en busca de nuevas rutas al norte del país, sobre todo por San Miguel de Allende y Celaya, deja al margen del progreso a San José. Como consecuencia de ello disminuye el constante tránsito de diligencias, carros, jinetes y viajeros de toda índole, por lo que posadas, mesones, postas y fondas se ven obligadas a cerrar sus puertas.
De esta manera se desarrolla una economía interna sin competencia, pero estrechamente sujeta a los vaivenes productivos del Mineral de Pozos, que en el primer cuarto del siglo XX suspende sus trabajos y hace emigrar a sus habitantes al faltarles medio de subsistencia.
EPOCA REVOLUCIONARIA
El movimiento revolucionario de 1910 trajo a la Villa de San José sufrimiento y calamidades. El asesinato de Francisco I. Madero a manos de Victoriano Huerta desata la violencia entre los habitantes del lugar, por lo que el pacífico valle se convierte en tierra insegura y provoca la huida masiva de las familias iturbidenses.
En 1915, la plaza de San José escenifica un cruento combate entre carrancistas y villistas. Ese mismo año la población es azotada por una epidemia de tifo. Dos años más tarde una temprana helada acaba con los cultivos de maíz y frijol, causando hambruna y desesperación. Por si fuera poco, en 1918 una epidemia de influenza española ataca a los sobrevivientes de la trágica década, lapso en el que se pierde más del 80 por ciento de sus pobladores. Tanto San José como el rico Mineral de Pozos se convierten en poco menos que “pueblos fantasmas”.
El 9 de agosto de 1928 el pueblo cambia su nombre a Ciudad Álvaro Obregón y tienen que pasar 20 años para que retome el de San José de Iturbide (el 18 de septiembre de 1948). En 1936 entra en vigencia la Ley Agraria y se forman los ejidos de La Fragua, Begoña y Álvaro Obregón, lo que produce constantes enfrentamientos entre agraristas y terratenientes. En el lapso de 1940 a 1960 la vida en San José Iturbide transcurriría como en un somnoliento letargo, toda vez que se reduce a su mínima expresión el quehacer político, económico y social.
A finales de la década de los sesenta San José toma una nueva fisonomía, con lo que el pueblo olvidado se convierte en pocos años en un acogedor lugar para propios y extraños, al basar su economía en la producción agrícola y ganadera, así como en la industria textil.
En la actualidad, y dada su ubicación geográfica, San José Itúrbide figura como un atractivo polo para el desarrollo industrial, a través del establecimiento de empresas nacionales y trasnacionales que ven en el municipio condiciones idóneas para su crecimiento y desarrollo.

(de la pagina http://www.sanjoseiturbide.gob.mx/index.htm)

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UNIDEG
El maestro que necesitas no es el que te forme a su imagen y semejanza. El buen maestro es, al contrario, el que provoque en ti tu propia visión, no la copia de la suya; el que te haga descubrir por ti mismo lo que él no percibiría nunca. No te empeñes en querer ser lo que no eres, sino alcanzar lo que eres. No es digno eludir las batallas necesarias: hay que empeñarse en ellas, vayan a ganarse o no. La apatía ciudadana se debe sobre todo a que las manipulaciones mediáticas les ocultan la realidad y les impiden juzgar por su cuenta, a la vez que se les asusta con el temor de perder cada cual lo que estima sus ventajas sobre otras capas sociales. Estamos destruyendo culturas y modos de vivir lo mismo que estamos aniquilando especies biológicas. ¿Adónde nos llevará el aplastante rodillo de la cultura única en el famoso "fin de la historia". ¿Lealtad a quién? La debemos antes a los hambrientos que a los despilfarradores. La lealtad a los fuertes nos hace cómplices de asesinatos, pues la explotación del Tercer Mundo por las multinacionales mata con los salarios de hambre, el trabajo infantil, las medicaciones anisida inaccesibles y todo lo demás.
Contar la realidad escondida detrás del espectáculo oficial: es decir, las victimas de las liberaciones, las destrucciones colaterales de la productividad, la manipulación de lo religioso, los disfraces de la especulación y la prostitución del lenguaje como arma de la mentira. No eres universitario, no encarnas la ciencia, no estás a la última en el campo en que trabajas, no pretendes ningún magisterio. Pero no admites la injusticia y la explotación, no te resignas, no te sometes, no te vendes, no miras para otro lado... Sin medios, infinitésimo, acudes a morder la bota del coloso para contribuir a derribarlo, sabiendo que a él le basta un gesto para tumbarte a ti. Tú, con tu dignidad entera y verdadera, con tu candor indestructible, con tu humildad impávida.


José Luis Sampedro (La senda del drago)

Ensayo del desfile

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Tranquilos !!!

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